Jesús tiene que impedir esa boda. No quiere vivir con Fernando y además sabe que no hará feliz a Ester pero no sabe cómo impedirlo ya que aunque son amigos Jesús nunca le ha contado a Ester su secreto y siente que ella no lo va a entender.
--¡es que usted no se puede casar con un hombre que recién conoce¡¡ ¡¡es lo que siempre ha criticado en las grandes damas de la sociedad y ahora usted hará lo mismo¡
--Ya no soy una niña. Tengo derecho a un esposo, a hijos.Y me hace ilusion que un principe que busca el amor me quiera a mí.
--¿y el amor? Usted siempre dijo que eso era lo más importante, lo único que importaba en un casamiento.
--Fernardo es muy guapo, yo estoy segura que nos vamos a querer mucho. Es muy grande que yo le haya despertado lo que otras princesas no.
--¿y si lo hace por otra cosa?
--¿qué cosa?
Jesus siente demasiada vergüenza. No le puede decir. Tampoco puede enfrentarse a Fernando porque él lo negaria y le costaria caro. Jesus sabe que Fernando se quiere acostar con él y que después puede mandar matarlo para callarlo y no sabe cómo impedir esto tras la boda.
--espero que la cercanía de Ester me protega --dice él para sí.
Ella siente su angustia:
--¿que es lo que te pasa?¿es que ocultas algo que no me quieras decir?
--sólo que tengo miedo que la hagan sufrir.
Ester le da un beso en la mejilla y sonríe:
--me cuidas como un hermano pero ya no hace falta. Ahora tendré un hombre que me cuide y me proteja.
Y Jesús piensa en Fernando en una mezcla de deseo y de miedo.
Fernando está en su cama muy excitado pensando en Jesús. Tocan a su puerta.
--hijo soy yo.
Fernando habla ansioso:
--¿¿que pasó papá?
El rey mira a su hijo con orgullo:
--¿¿qué pasó, papá? ¿Que dijo?
El rey tiene lágrimas en los ojos y abraza a su hijo:
--¡¡que feliz me haces, hijo¡¡ ¡¡por fin¡
Fernando sonríe:
--¿dijo que sí?
--claro que sí.¿¿quien iba a rechazar una propuesta así? La baronesa dice que se casan en cuanto tú quieras.
--lo sabía, sabía que no se iba a negar --dice él entre dientes.
Fernando no puede ocultar su felicidad al igual que el rey.
--no sé que te habrá despertado esa baronesa que no te despertaran las demás y aunque te confieso que la veo algo mayor para ti y no es lo que yo esperaba ¡¡que feliz me hace¡
--Quiero que la boda sea ya.
--sí claro, mañana comenzamos con los preparativos...
Fernando no puede evitar una sonrisa pícara pensando en Jesús. Emilio ha abierto un poco la puerta de su recámara y solloza al oir la noticia. Tenía la esperanza que Ester rechazara al principe.
--¿que pasa? --dice el rey mirando a Emilio.
Fernando mira molesto a Emilio, el rey espera que su hijastro le conteste porqué llora. Fernando se acerca a Emilio y lo abraza por el cuello:
--es la emoción ¿no? Emilio me quiere como a un hermano y se alegra de que yo me case... ¿verdad?
La voz de Fernando suena amenazante y aprieta del cuello a su hermanastro para que no diga que no.
--¿verdad que es cierto lo que yo digo?
--si... es así --balbucea Emilio.
Fernando fuerza una sonrisa. El rey está tan contento que poco le importa el resto. La reina, dejando a Joao desnudo en su cama, sale al pasillo:
--¿¿que es lo que pasa?
El rey grita:
--¡¡que se despierte todo el servicio. Tenemos que brindar. Mi primogénito se casa¡¡
Caetano sale en calzones.
--¿te casas hermano?
Fernando sonríe. Caetano lo abraza.
--por fin.
Isabel en bata abraza a su hermano. La reina no está para celebración:
--¡¡esto no puede ser¡
El rey mira a la reina:
--Mi hijo es macho, era evidente que si alguien no se iba a casar no sería él¡
María Isabel está furiosa, todos miran a Emilio. Entonces Fernando dice:
--sí, me caso y Emilio también.
Está noticia causa sorpresa en los reyes, en los dos hermanos de Fernando y en Emilio que mira a Fernando muy molesto. Maria Isabel mira a su hijo menor sorprendida:
--¿te casas, hijo?
Emilio mira molesto a Fernando que sonriendo le suplica con la mirada que diga que sí. Por amor a su amado, Emilio dice un tímido:
--si.
Todos están muy sorprendidos. Fernando mira a la reina que está casi en shock:
--Emilio y yo hemos pensando celebrar una boda doble. Una vez hicimos una promesa que el día que se casara uno el otro también ¿verdad?
Tragándose las lágrimas Emilio va diciendo que sí. Fernando sigue con su historia:
--Yo he decidido casarme y bueno... --mira a la reina-- Emilio quiere que usted le busque esposa.
Maria Isabel nunca pensé escuchar estas palabras y se desmaya en brazos de su esposo.
Entre Caetano y el rey acompañados por Isabel, llevan a la reina a sus aposentos. Joao, al ver que va a entrar gente se esconde desnudo pero con su ropa encima en el vestidor. Fernando y Emilio se quedan solos. Fernando le sonríe:
--gracias por no contradecirme.
Emilio mira a su amado con mucho rencor. Fernando lo trata muy fraternalmente:
--no me mires así, para mí va a ser un honor casarme contigo.
Y Emilio le parece que su amado está jugando con sus sentimientos:
--¡¡te odio... no te quiero volver a ver más¡
Emilio se encierra en su recámara llorando. Fernando toca a la puerta.
--Emilio no seas niño. Abre.
--¡¡no¡
--tenemos que hablar.
--¡¡yo no quiero hablar contigo¡
Fernando le habla con mucho cariño:
--esta bien pero mañana sí hablaremos quieras o no.
Caetano sale de la recámara de la reina. Fernando se aparta de la puerta de la recámara de su amante.
--¿le pasa algo a Emilio?
--no es la emoción por nuestra boda.
--la verdad es que nunca pensé que Emilio se fuera a casar. Aestas alturas pensé que le daba igual que todos pensaran que es ... bueno... ya sabes...
Fernando le sonríe:
--No... no sé...
Caetano habla flojito:
--claro que lo sabes... si se nota... que no es hombre... ¡que asco¡
--pues ya ves que te equivocaste.
Caetano le pone la mano en los hombros a su hermano:
--pues que bueno porqué yo no lo quería creer pero ya había rumores muy feos sobre ti.
Caetano habla con mucho apuro, Fernando está más tranquilo:
--¿qué quieres decir?
Caetano siente que lo que dice es una gran ofensa. Se atreve a hablar porque es su hermano. Le habla al oído:
--pues que eres como Emilio.
--pues ya ves todos se equivocaron... ahora sólo faltas que te cases tú.
---¡ey no¡¡ ¡no¡¡ ¡¡yo no¡¡ ¡¡aún no¡
--aunque te cases podrás seguir divirtiéndote con las esclavas.
Caetano pone cara de niño travieso:
--No es justo... yo por lo menos puede esperar 12 años a tener tu edad.
Los dos hermanos se ríen con complicidad.
Al día siguiente, Gabriel espera ansioso a Juliana. Esta no llega y él sufre al pensar que cumplirá su amenaza de no volver. No puede evitar sentir una gran amargura.
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