Joao le da un beso en la mejilla a Juliana y una bolsa de dulces que tenía escondidas entre su ropa:
--espero que no se hayan estropeado y te guste...
Juliana se los come contenta y Joao sonríe.
--¿te pasa algo? --le pregunta la anciana.
Joao mira a la anciana:
--tú sabes... No debes salir con la niña... Ese abogado habló con la reina...
La niña deja sus dulces y se acerca a ese joven, le estira de la ropa:
--señor... ¿entonces estás enfadado por mi culpa?
Esa niña le produce mucha ternura y un gran remordimiento de conciencia. Joao se pone en cuclillas ante la niña a la que acaricia:
--no debes hablar con nadie de lo que pasó esa noche...
--tengo que salvar a mi mamá...
A Joao le duele el dolor de la niña, le duele su pasado pero ya no puede echarse atrás. Para él su vida sólo tendrá sentido si le salva la vida a esa niña:
--no puedes a ese abogado lo compró la reina.. te van a matar a ti tambien... tus padres murieron... te tienes qué hacer a la idea de eso...
La niña abraza al joven llorando. Joao mira a la anciana:
--a ti te buscan también... hasta que esto pase no salgas, quédate aquí con la niña... Yo en las noches os traeré provisiones...
La niña se siente muy refugiada en ese joven:
--que pasaría --dice él para sí-- si descubre que yo soy el asesino de su padre... el culpable de que vayan a matar a su mamá...
Se despide de la niña y la anciana con gran culpa y pena y luego se va al bosque. Mata un ciervo que va con una cría y con un cuchillo les saca el corazón. Los mete en una caja y se lo presenta a la reina:
--¡¡ya resolví el problema¡
La reina mira esos corazones satisfecha... Jamás desconfiaría de Joao. Le agarra su miembro viril aún dormido:
--te mereces un premio...
Y como ese es el único deshago sexual que tiene, Joao lo disfruta como una bestia en celo. Los dos lo hacen.
Gabriel está revisando unos documentos pensando en esa niña. Le ha impresionado su mirada y le duele descubrir que mintió:
--Tal vez esa anciana la mandó para confundirme... tengo que encontrarlas... Esa niña estaría mejor en otro lado... Debo ayudarla a que no se convierta en una mentirosa...
y la niña por su lado recuerda la mirada de Gabriel y rezando suplica a Díos que salve a su mamá y castigue a los culpables de lo que está pasando:
--¡¡asesino¡¡asesino¡¡¡él va a matar a mi mamá¡¡a mi mamá¡
Y aunque la anciana le dice que no es bueno odiar la niña está culpando al abogado de todo lo que le está pasando.
Emilio se acerca a Fernando en la biblioteca con timidez.
--¿se puede? ¿te molesto?
Fernando le sonríe:
--no pasa.¿quieres tomar algo?
--No... no... ¿te vas a emborrachar como la otra noche? --pregunta Emilio ansioso.
Fernando le sonrie pícaro:
--¿porqué lo dices?
--no por nada.
--Pues no es mala idea..A mí me encantaría emborracharme..La otra vez tuve un sueño increible. Me desperté con un gusto, como si una mujer me hubiera hecho un buen trabajo. Sea lo que sea que pasó esa noche... por mí que pase siempre.
Emilio mira a su guapísimo hermanastro y vibra de deseo:
--¡¡le gustó, le gustó99¡ --dice para sí Emilio muy contento.
Fernando lo mira como si no entendiera:
--¿me perdí algo?
--¡¡no¡¡no¡
Fernando disimula una sonrisa. Emilio tiene una sombra de tristeza en la mirada:
--si supiera que soy yo me mata --dice para sí.
--¿y porqué te pusiste triste ahora?
--Por nada.
Fernando lo acaricia con mucho cariño:
--sí me quieres decir algo, sea lo que sea... puedes confiar en mí.
--te quiero mucho --le dice Emilio nervioso.
--Yo también ... como hermanos. Somos hermanos, no?
--si claro --dice Emilio nervioso.
Fernando se da la vuelta con una sonrisa para ponerse un trago. Emilio se da golpes a la cabeza maldiciéndose:
--¡¡eres un tonto --dice para sí-- no le puedes querer así ¡¡él es el único que se ha portado cariñoso contigo y si sabe que lo ves como macho me va a odiar, le vas a dar la razón a todos los que te desprecian.
Fernando hace que no se da cuenta de los sentimientos del otro:
--¿quieres un trago?
--no... no...
Y Emilio se va, le quema la presencia de ese hombre que tanto ama. Fernando lo ve irse y sonríe:
--esta noche tal vez tengas lo que buscas --dice para sí divertido-- aunque no te voy a poner las cosas fáciles.
A Fernando le excita el deseo y el miedo de Emilio, su inocencia, pero le gustaría que le hablara claro. Emilio se queda en su recámara en silencio. Sus labios se queman por el silencio de ese amor que está callando, con sus labios su alma. No es un amor que le da alegría pero es su amor y le gusta aunque le entristece porque lo siente imposible. Fernando pasa por el cuarto de Emilio, está tranquilo pero se hace el que está borracho y tropieza y cae sin conocimiento abriendo la puerta de la recámara de Emilio. Emilio tiene a su amado inconsciente y en su piso tirado. El deseo y el miedo lo domina.
--Fernando... despierta... ¡¡despierta...¡¡
No imagina que el príncipe está fingiendo.
--venga... ¡¡venga...¡¡
Le tira un poco de agua fresca y Fernando hace que se recupera un poco:
--¿donde estoy?
--en mi cuarto ¿te sientes bien?
--ayudame a ir a mi cuarto..
A Emilio le cuesta levantarlo y se lo lleva abrazado, Fernando hace muy bien el papel de borracho. Emilio está muy excitado al estar tocando ese cuerpo que tanto le gusta. Lo tumba en la cama. Fernando se hace el dormido.
--¿¿Fernando?¿Fernando?
Emilio tiene miedo pero lo desea...
--no está bien... no está bien.
Le mueve la cabeza para asegurarse que duerme:
--¡¡te voy a sacar la ropa para que estés más comodo¡
A Emilio le tranquiliza que Fernando no le diga nada es como si le diera permiso. Fernando, con los ojos cerrados, disfruta sintiendo los nervios y el deseo de Emilio. Y aunque el hijo de la reina no hace más que decir:
--¡¡¡no... no...¡¡
Los genitales de Fernando le producen demasiada sed:
--¡¡por una vez no se va a enterar y no pasa nada¡
Y para satisfacción de Fernando, Emilio introduce en su boca su pequeñita arma que pronto se convierte en una larga, gorda y dura lanza. Emilio lame ese miembro con mucha suavidad, saboreándolo como si fuera lo ultimo que va a probar. Esas caricias llenan de gozo a Fernando que le cuesta no gemir y al propio Emilio. Después de tragar fruto que fábrica el cuerpo de Fernando éste abre los ojos y le dice:
--¿está bueno? ¿te gusta?
Y pese a que la voz de Fernando no suena enojada, Emilio lo mira horrorizado y se aterra. Huye. Aunque le hace gracia, Fernando dice:
--peor para ti. Yo tenía pensando que esta noche fuera tu estreno pero ni modo. No estás preparado.
Emilio se encierra en su cuarto sofocado. Siente que se ha metido en un gran lío. Tiene mucho miedo.
--¿¿y ahora qué hago?¿¿¡qué hago?
Esta desesperado, siente que su corazón se le va a salir del pecho del susto. Siente que tiene que recibir un castigo por su gozo y que será el odio eterno de Fernando. Esa posibilidad lo está matando. Llora de miedo y de pena al pensar que los buenos tiempos con Fernando acabaron.
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