Luís mira a su madre con miedo. La reina le agarra del cuello:
--¡¡dí¡¡¡¡fue varón ¿no?¡
Luis tiene miedo de la reacción de su madre. No se atreve a mirarla a los ojos:
--no...
Maria Isabel lo bofetea:
---¡¡eres imbécil¡¡ ¡¡yo creía que habia tenido un macho pero veo que me equivoqué¡¡
--bueno mamá, almenos yo he tenido una niña que Emilio no es ni una cosa ni otra.
Maria Isabel bofetea de nuevo a su hijo:
--¡¡pues mientras tú no tengas un hijo varón eres igual a tu hermano¡
A Luís le ofenden mucho las palabras de su madre:
--¡¡a mí no me compare con ese depravado¡
--¡¡es que de poco me sirve si tú eres macho si no eres capaz de tener un hijo varón¡¡
--Antonia y yo somos jóvenes, tendremos muchos niños.
La reina los mira amenazantes:
--¡¡más os vale¡
Y se acerca a la recámara en la que está la princesa.
--¡¡no mamá... no la vayas a molestar¡¡
Antonia mira a su hija que está en una cuna con rabia:
--¿porqué no eres un niño? ¡¡yo no aguanto al imbécil de tu padre para que después su hermanastro se lo lleve todo¡ ¡¡después de un infernal embarazo... debiste morirte... una niña no la quiero para nada¡¡ ¡con lo mal que lo he pasado tendré que volver a encargar¡¡
Antonia mira a su hija con rabia y ambición aunque su rostro se vuelve tierno cuando llega su esposo. Maria Isabel la bofetea:
--¡en mala hora casé a mi hijo con una muerta de hambre¡
Antonia se hace la víctima ante Luis que la abraza:
--¡mamá... acaba de parir¡
La reina mira a su nieta con rabia:
--¡¡debieron ahogar a la pequeña¡
Antonia llora lágrimas que Luis no se da cuenta que son fingidas:
--yo amo a mi hija... yo la amo.. --Antonia.
Y aunque Luís trata de proteger a su esposa, la reina agarra del pelo a su nuera:
--¡¡mi hijo es un príncipe y tú no eres nadie¡
Ella tiene la cabeza apoyada en el pecho de su esposo que no le ve sus ojos de vibora. Antonia siente rabia de ser mamá de una niña porque es ambiciosa y quiere ambos reinos para ella y además no soporta que la reina la humille. Las dos mujeres se dan cuenta que son iguales pero la reina la necesita... de momento.
--mamá... respecta a mi mujer... es la hija de un varón... no es cualquiera.
--¡¡malditos sean los dos¡¡ ¡¡yo no quiero una niña¡¡
Mientras acaricia a su esposa, Luís le dice a su madre:
--te juro que en menos de un año soy papá otra vez... Yo soy bien macho para embarazar a mi esposa cuando quiera.
Mira a Antonia y le dice:
--verdad mi amor?
Con una dulzura fingida la joven dice a su guapo esposo al que desprecia:
--claro que sí mi amor... adoro estar embarazada de ti que te amo tanto...
Luis iba a besar a su esposa pero Maria Isabel estira del pelo a su hijo y le dice:
--¡¡más le vale que ahora sí seas macho para darme un nieto... si Fernando tiene un hijo varón lo perderemos todo.
Y Luís reprocha a su madre:
--es por tu ambición que estamos en estas...
La reina lo bofetea:
--¿¡¡cómo te atreves?¡
--es que no sé porque acordaste que el heredero de los dos reinos sería el primero en tener un hijo macho... podemos perder lo que teniamos.
--porque Fernando no se va a casar... ya me encargaré yo de eso.
Llaman a la puerta, es el rey:
--se puede?
La reina mira amenazante a todos:
--todos de fiesta.
Maria Isabel no quiere que su esposo la vea vencida. Fernando saluda a la recién nacida en el fondo le hace ilusión que sea su hijo Fernando el que le dé el heredero pero tampoco lo va a presionar. María Isabel siente que su marido ha vencido y se muere de la rabia.
Los días van pasando, a Jacinta se le hace un juicio para que no se diga que son los reyes los que dictan la leyes pero nadie cree en la inocencia de la mujer, no la dejan defenderse... El caso tiene mucha trascendencia en el reino. María Isabel aconseja mucho a Gabriel:
--si sigues mis consejos serás el mejor abogado del reino.
Gabriel está seguro que la condena de la antigua cocinera del castillo es justa y desea ser alguien importante para ayudar a la justicia. En ningún momento desconfía de la reina. Juliana va semanalmente al mercado con la anciana que cuida de ella. La niña oye lo que le pasa a su mamá, sabe quien la está acusando. Mientras está en el mercado Gabriel pasa a lo lejos. Y la niña lo reconoce, aprovecha que la anciana está distraida y se escapa. Siente que ese hombre le puede salvar la vida a su madre.
--señor señor... mi mamá es inocente... mi mamá es inocente...
Gabriel sonríe a ese niña. Se le agacha y le hace mimitos:
--¿de dónde has salido?
--usted tiene que salvar a mi mamá... ella no mató a mi papá.
Gabriel acaricia a la niña con dulzura:
--yo no me dedico a defender a la gente pero si me dices como se llama tu mamá.
La niña está desesperada: siente que ese hombre es el único que puede salvar a su mamá:
--mi mamá se llama Jacinta... usted la quiere mandar a la horca.
Los ojos de esa niña han enternecido al joven abogado, le impresiona saber que es la hija de la mujer que va a condenar. Se levanta.
--eso no puede ser... La reina se llevó a la hija de Jacinta a un convento.
--¡¡no... no¡¡esa señora debe ser mala¡
Gabriel regaña a la niña:
--no hables así de nuestra reina... tú eres muy niña... de mayor comprenderás que no hay nada más importante que la justicia.
--¡¡yo me escondí debajo de la cama... un tipo entró en la casa... golpeó a mi mamá y mató a mi papá¡¡
La niña llora, Gabriel no puede creer que mienta:
--eso no puede ser... ¿¡quien te contó esa mentira?¡
--¡¡yo lo vi... yo lo vi¡
Gabriel agarra del brazo a la niña:
--ahora vamos al Castillo... delante de la reina dirás esto que me has contado a mí.
La niña mira al guapo abogado conmigo. Siente que la reina es un peligro:
--¡¡no... no la reina no es buena¡¡¡no debe serlo¡
Gabriel se pone en cuclillas y acaricia a la niña:
--no debes decir mentiras... ni ofender a tu reina.
La anciana se acerca sofocada:
--perdón... Mi nieta lo molesta.
--es su nieta --Gabriel.
La anciana abraza a la niña y con disimulo le pone la mano en la boca:
--si señor... la más pequeña.
--¿y la mamá se llama...?
--Fernanda... --es el primer nombre que se le ocurre.
La niña va diciendo que no con la cabeza. Gabriel la mira regañón:
--porque me dices mentiras?
La niña va haciendo que no con la cabeza.
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